Desde que las regiones montañosas se tornaron el centro de la atención global a partir de la conferencia de La Tierra en Río de Janeiro en 1992, existe un creciente reconocimiento de la urgente demanda de contar con un sistema de observación internacional para estas regiones, debido a que contienen una biota única, generalmente con distribuciones restringidas y altamente vulnerable a los cambios ambientales globales. Entre todos los biomas terrestres, los ecosistemas de alta montaña son excepcionales en su distribución global: este bioma ocurre realmente desde las latitudes tropicales a las polares. Sus ecosistemas están gobernados por condiciones de bajas temperaturas y, por lo tanto, se espera que sus especies respondan sensiblemente a los cambios en los regímenes climáticos térmicos. Este fue el punto de inicio de la Iniciativa Global de Observación e Investigación de los Ambientes Alpinos (GLORIA por sus siglas en inglés), que procuró establecer un sistema de monitoreo estandarizado de los impactos del calentamiento global en la vegetación de la alta montaña y su biodiversidad.
Debido al compromiso y dedicación de una comunidad global de ecólogos y a un enfoque científicamente fundado y costo-efectivo, la Red GLORIA ha crecido rápidamente hasta alcanzar 110 sitios de observación, distribuidos en seis continentes. El Capítulo Sudamericano de la Red Gloria, en particular de los Andes Tropicales, es uno de los ejemplos primarios de una manera organizada de proceder. El desarrollo de talleres internacionales de capacitación condujo a la instalación de varios sitios de observación, inclusive en áreas remotas de los Andes, y a un proceso vital de cooperación entre países y sitios. Estos esfuerzos sin precedentes, también en el desarrollo y fortalecimiento de capacidades de una joven generación de investigadores de ecosistemas de montaña, ha permitido establecer bases sólidas para evaluar el estado de la biodiversidad andina en una era de acelerado cambio climático.